Casi nunca me enfermo y será por eso, que cuando me llega la enfermedad me tumba, no a la tumba, pero cerca a ella, a mi mueble y así espero llegar la partida de una gripe interminable cincelando mi cabeza. De tantas pastillas ya no razono bien, pienso que desvarío, y entre tanto absurdo pensamiento están los sueños, que ya no sé si fueron de noche, de día o de madrugada, porque los días entre pastillas me saben a horas indeterminadas de tiempo, ya no es vida, sólo es tiempo, abrir los ojos y mirar por la ventana y me pregunto ¿es el anochecer de la tarde o el amanecer de la mañana, es hoy o es ayer?
Y los sueño, que en realidad es el mismo de siempre disfrazado de diferentes eventos, con esos amores sin rostro, esos amores tan bellos que te dan ganas de no despertar más y que me dejan tan lleno el corazón como para morir en paz, al pie de la letra donde asegura que morir es un sueño (Pizarnik) para después golpearme tan duro contra el piso de la desolación y en vez de sangre sólo hay los fluidos del catarro.
El mar es una constante en mis sueños, es una constante en mi vida, esa casa alejada a orillas del mar, ese anhelo de pureza, de regresar a mi niñez, porque mi niñez la asocio con el mar, con la arena, con el polvo, con tantas cosas así, medio grises, medio cálidas, sin tecnología ni aparatura, esta la casa, no sé si sucia, empolvada, o simplemente es una casa rústica donde la terraza confunde la madera con la arena, y pienso que esa casa debe ser mi casa, tal ves la que tuve o la que anhelo tener, esa casa frente al mar donde por las tardes esperaba los delfines llegar en agosto frío, con viento. También hay un perro ladrando y correteando por ahí, un loco, es un perro loco que quiere cazar cada ola que se aproxima a la casa.
Hoy despierto y miro el reloj, ya temeroso de estos desvaríos uso el reloj y veo que son las cinco de la mañana y decido no dormir más, ya he perdido mucho tiempo entre sueños, quiero levantarme y salir a la calle, no me importa que aún la nariz la sienta irritada, no me importa si mañana me vuelva a enfermar, es diciembre, es el fin, es el fin que le dará paso a algo bueno, estoy seguro que es así y no quiero esperar el fin tirado en un diván. Quiero darle la cara y ver como termina y como empieza una nueva historia, que también tendrá final.
viernes, 10 de diciembre de 2010
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